No tengo tiempo……esta frase la escucho a diario muchísimas veces y me pregunto hasta que punto eso es verdad.

Hace tiempo que presumimos de llevar “un ordenador en el bolsillo”. Parece que saltamos de una reunión a otra, o casi nos enterramos nosotros mismos entre aludes de correos electrónicos en nuestra vida profesional. Avalanchas de mensajes de grupos y usuarios de WhatsApp que si no contestamos rápidamente, parece que fueran a cobrarnos un peaje.

Hay personas que incluso alardean de encontrarse en esta situación, como si a mayor número de mensajes, mayor fuera su status social o laboral. Hablan de su cantidad de mensajes como si fuesen seres con vida propia capaz de arrebatarles su libertad.

Así nos falta tiempo para todo, para nuestras familias, aficiones o incluso para nosotros mismos. Pero también, muchos de nosotros, nos entristecemos de que esto sea así, y siempre queden, precisamente nuestros familiares y hobbies, fuera de la agenda.

El problema, en el fondo, sigue siendo el mismo de siempre, no nos falta tiempo, nos falta cabeza o conciencia. De hecho, muchísimos grandes cambios que se han dado en la era de la tecnología, son, precisamente, para ahorrarnos tiempo, y sin embargo, es en la actualidad cuando más nos falta, o con eso nos justificamos.

¿Y si una parte de la conciencia consistiera en prestar atención sólo a lo que de verdad importa? En no pasarnos minutos sin fin pasando páginas y más páginas de redes sociales, en no ver tantos anuncios que ya hemos visto mil veces, ni en quitarnos horas de sueño viendo series de televisión que en unos años ni recordaremos. En los llamados países desarrollados el tiempo medio de visión de televisión puede superar las 4 horas. Pero sólo necesitamos 30 minutos al día para obtener los beneficios del ejercicio físico. Y aún así hay personas que siguen manteniendo que no tienen tiempo.

En numerosas ocasiones incluso nos quejamos de que al no tener tiempo para nosotros mismos, nos es más difícil ser felices.

Decía Mihály Csíkszentmihályi, (profesor de psicología de la universidad de Claremont, exjefe de la unidad de psicología de la universidad de Chicago y del departamento de sociología y antropología de la universidad de Lake Forest) que el control voluntario de la conciencia determina nuestra calidad de vida.

Por tanto, posiblemente, un factor clave para una vida más plena y feliz no consiste en tener más tiempo, si no tener más cabeza para gestionar aquel del que disponemos.

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